La verdad que construir una pareja es un viaje profundo hacia el conocimiento del alma humana. Dicen algunos sabios, que la pareja es la universidad de la vida y creo francamente que algo de verdad tienen.

En mi experiencia no solo como terapeuta, sino también como alguien que ha construido sus parejas a lo largo del tiempo, este viaje supone el desarrollo de miles de reflexiones, habilidades y conocimientos tanto del otro como de uno mismo. Es un camino  hacia nuestros más profundos deseos y hacia las frustraciones más difíciles de superar. Un viaje que supone no solo experimentar miles de emociones y sensaciones, si no que nos lleva a un crecimiento, a una sabiduría y nos dota de una experiencia que creo que merecemos vivir.

Es por eso que intentaré realizar un buen análisis de todas sus etapas dónde se visitan varios “puertos”.

Primera escala, puerto del romanticismo: La Isla del Amor Romántico.

Segunda escala, puerto de la frustración: La Isla de la desilusión.

Tercera escala, puerto de empoderamiento: La Isla de la reparación y la fortaleza

Cuarta escala, puerto del amor sano: La Isla del crecimiento y la madurez

En este primer artículo comenzaré por hablar de la primera escala, que parte del puerto del romanticismo. !!!!!!!!Allí vamos!!!!!!!!!!

 

LA ISLA DEL AMOR ROMÁNTICO. Esta es una etapa que a pesar de tener raíces en la infancia, puesto que tiene su origen en las primeras miradas, caricias y palabras, que recibimos de pequeñ@s, hace su gran aparición en la preadolescencia. Se inicia de forma consistente cuando las hormonas comienzan a despertarse en nuestro cuerpo, la sexualidad muestra sus primeros movimientos y el estallido de ese amor romántico no se hace esperar.

Allí vienen a nuestra memoria emocional, racional y corporal las diferentes imágenes de parejas que hemos visto (tanto en casa como fuera), leído, escuchado en canciones, visto en películas… y todas se ponen en juego al servicio del impulso necesario para salir en su búsqueda.

Es entonces cuando proyectamos en los modelos del momento, ese deseo idealizado que todos alguna vez hemos tenido; cantantes, actores/actrices, compañer@s, profesores y demás, tienen el papel importante de espejos que hacen que nazca y se desarrolle la fuerza natural del enamoramiento, la que nos genera esas cosquillas en la barriga ¡Ayyyy las famosas mariposas! La danza de las hormonas y el deseo se mezclan con las imágenes románticas e internalizadas, apoyadas en los modelos y valores que nos han sido transmitidos en la familia de origen y también en el entorno cultural dónde hemos crecido. Esos valores, que muchas veces operan de manera inconsciente, y que nosotros vivimos cómo verdades absolutas.

Es entonces cuando comenzamos a crear un guion prácticamente “cinematográfico”, que nos lleva a observar al mundo y a buscar en él desde la perspectiva de nuestras “gafas”, a personas con ciertas características que puedan encajar en las imágenes idealizadas que hemos elaborado con tanto cuidado y de forma casi “mágica”.

En esta fase en la que nos encontramos aun siendo adultos, no necesariamente adolescentes, vamos a tener distintas expectativas que ponemos sobre el otro. Por eso les pido que hagamos esta reflexión: ¿Qué le pedimos al Amor Romántico?

Si nos damos cuenta entre las cosas que buscamos en nuestra pareja ideal, suelen encontrarse las demandas y las heridas de nuestra infancia y la necesidad de ser reparadas. Frases como: “Esta vez creo que l@ encontré”, ¨Parece que ahora he tenido puntería”, “Tal vez esta vez sí es quién estaba buscando”… y hay muchas más, ¿verdad?

En realidad lo que está ocurriendo es que frente a ciertas características del otro, como pueden ser gestos, palabras, olores, etc. se despiertan en nosotros recuerdos no conscientes, que nos llevan a embarcarnos en un viaje de sensaciones, emociones, instintos profundamente fuertes que dejan de lado parte de la razón para dar paso a la explosión del corazón y la sexualidad, la llevemos a cabo o no.

Durante el desarrollo del amor romántico, todo se centra en esas mariposas en la barriga que nos llevan de un lugar a otro cuando escuchamos su voz, percibimos su piel, su olor, o su forma de mirarnos…. Soñamos que mágicamente, esa persona, va a poder escucharnos, entendernos, cuidarnos y sanarnos (incluso en las ocasiones, que esa demanda no se produce de forma explícita). Esa persona, mi pareja ideal, es la que me va a completar (como si fuera alguien incompleto por mí mismo, alguien que no tiene su valor al cien por cien si otro alguien no se “encaja” en mí). Este ideal, me va a salvar del miedo a la soledad (tal y como si de un superhéroe o una superheroína se tratase, quien solo con ver la señal del miedo en el cielo, vendrá a salvarnos de nuestros temores).

Es por todas estas creencias, por todas nuestras verdades universales que tomamos como base para construir una pareja la famosa Imagen de la Media Naranja, El Alma Gemela. De ahí también la fuerza del Amor Romántico, es cómo el sueño del regreso al paraíso perdido.

Lo bueno de esta fuerza es que muchas veces nos lleva a ser audaces, intrépidos, locos. Nos hace abrir el corazón y atrevernos a vivir una experiencia. Lo menos bueno, es que poco tiene de real y sí mucho de la proyección de nuestros ideales. Realmente no tenemos la capacidad para ver a la persona que está frente a nosotros, ya que sólo es un espejo de nuestros propios deseos.

En esta aventura que supone la creación de una pareja, suelen entrecruzarse muchas fuerzas internas de las que no somos conscientes; las inseguridades, los miedos, los celos… y que en la etapa adolescente nos sirven para ir poco a poco conociendo y sabiendo quienes somos en cada momento y por supuesto creciendo.

Ya en la adultez, aunque de forma diferente, es necesario atravesar esta etapa y saber gestionarla de una forma más resolutiva que en etapas vitales anteriores. Muchas veces resulta difícil por encontrarnos anclados en la imagen que buscamos y queremos que el otro cumpla, en definitiva que encaje en nuestro guion, y es ahí donde perdemos la posibilidad de conocernos y conocer realmente a la otra persona, más allá de la idea que tenemos de él o de ella.

Cuando digo que El Amor Romántico es producto de una serie de idealizaciones y deseos que vamos construyendo con relación a la pareja y al amor, me refiero a que nuestra imaginación es libre y en nuestro subconsciente tenemos grabadas una serie de imágenes desconocidas que nos llevan a buscar desde lo más profundo de nuestro deseo, la realidad y las personas que encajen en ella. Es por esto que, solamente poniendo Luz y consciencia en ellas (en esas imágenes e idealizaciones) podemos comprender lo que muchas veces nos parece incomprensible, cuando hablamos de lo que le pedimos al amor.

Atravesar El Amor Romántico nos hace ensanchar el corazón, sentirnos vivos y festejarlo, pero sobre todo nos ayuda a comprender cuales son nuestras necesidades, nuestras heridas, nuestras inseguridades y por supuesto, a vivir nuestra capacidad de entrega y conocer la capacidad de entrega del otro.

Vale la pena, pero tan solo es el primer puerto que tenemos que visitar para vivir la experiencia de pareja.

Nuestro viaje continua hacia la Isla de la desilusión ¿Te atreves seguir transitando en estas reflexiones los diferentes puertos del amor y la pareja?

Hasta la próxima

 

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