TALLER UNA VIDA CON PROPÓSITO (La fuerza del niño al servivio de mi Creación Vital)

TALLER UNA VIDA CON PROPÓSITO (La fuerza del niño al servivio de mi Creación Vital)

Cuando recuperamos la mirada curiosa del niño, sus ganas continuas de explorar y aprender; la fuerza vital, la creatividad y el entusiasmo, se ponen a nuestro servicio y desde ahí es posible vivir una vida con propósito.

Este taller es para tí:

  • Si quieres recuperar la conexión con tu propósito en la vida y dirigir tus pasos hacia él,

  • Si quieres soltar los patrones que aún impiden tu crecimiento vital y condicionan tu presente,

  • Si  quieres dejar lo viejo y abrirte paso a esta nueva oportunidad  que nos está dando la vida,

  • Si te atreves a  transformar tu realidad, te invito a vivir esta experiencia.

A través de ejercicios gestálticos,  arteterapia y meditación, redescubrirás todas tus capacidades, rescatarás tus herramientas y desarrollarás otras nuevas que te abrirán un mundo de posibilidades.

Caminar nuestra vida desde la curiosidad y el asombro, nos garantiza la posibilidad de crecer todo el tiempo aun con 90 años. Os lo aseguro!

AGENDA

Sábados de 11 a 13 h, del 20 de Junio al 18 de Julio de 2020.

Cinco encuentros semanales a partir del sábado 20 de Junio  de 11 a 13 h. El primer encuentro de la presentación y un pequeño trabajo será gratuito.

VIAJE A NUESTRO NIÑO INTERIOR

VIAJE A NUESTRO NIÑO INTERIOR

 

Este es un viaje para poder escuchar y reparar al niño herido que llevamos dentro, lo que nos devuelve la energía espontánea y creativa que todos tenemos.
Recuperemos las ganas de reír jugando con la vida.

Próxima edición: 30 y 31 de mayo de 2.020

VIAJE A NUESTRO NIÑO INTERIOR

VIAJE A NUESTRO NIÑO INTERIOR

En que consiste este viaje? En ir poco a poco contactando con aquel pequeño niño o niña que fuimos alguna vez para que nos cuente quién ha sido, cómo vivió cosas que quizás nosotros quisimos, consciente o inconscientemente, olvidar o no recordar.

Decía el Psicoanalista Jacques Lacan que “el cachorro humano” es el más frágil de los animales porque su cerebro y su motricidad tienen un desarrollo más lento de maduración que las otras especies de éste reino, con lo cual está más expuesto a los avatares de la vida.

Ocurre que cuando nace y en la primera parte de su infancia es cómo una esponja, que absorbe todo sin mucha posibilidad de discernir y asimilar lo que está pasando. Los adultos, aunque quieran estar muy atentos y ser cuidadosos, hay situaciones y espacios a los que no llegan; sencillamente porque hasta que no se estructura bien el lenguaje, el vacío de la expresión sin palabras da lugar a una ausencia que no se puede solventar.

Es ahí donde comienza todo un aprendizaje trabajoso, y es ahí también, el lugar dónde  nacen las heridas emocionales que poco a poco cobran fuerza, acompañadas  de mensajes determinados, que a veces se dicen sin saber o querer. Es en ese momento donde se forman las fijaciones, las cuales van a ir poco a poco  construyendo la coraza caracterial.

La posibilidad desde el adulto que somos, de poder recuperar al niño que uno fue, y comprenderlo poco a poco nos ayuda a completarnos y a rescatar  la energía que ha quedado atascada en esos años.

Otro punto importante es que  nos permite revisar, conocer e integrar las mal llamadas “emociones negativas”,  como puede ser la rabia, la tristeza, la envidia, los celos,… etc.

Y ¿para qué nos es necesario ese conocimiento? Para aprender cómo han sido en nosotros cada una de dichas emociones, comprenderlas, aceptarlas y aprender como adultos que somos a gestionarlas mejor, en esto consiste el proceso de maduración.

El niño no sabe, no puede, no ha aprendido, nosotros sí podemos ensayar otras maneras  y manejarlas cada vez con mayor maestría.

Otro motivo para conocer al Niño Interior que habita en cada uno de nosotros, es porque justamente en él está la fuerza y creatividad espontánea de jugar y  poder vivir desde la ilusión cada día. El redescubrirla  más allá de la edad que tengamos, nos devuelve la maravillosa fuente de vida que siempre buscamos fuera.

 El niño posee tímidamente, estrepitosamente, discretamente, silenciosamente,  esa semilla de picardía y asombro que en algunos momentos se manifiesta en nosotros. Darle espacio y  acompañarle a que nos abra los ojos a la sorpresa de los pequeños guiños cotidianos hacen que el corazón dance y la barriga también!

Los invito a experimentar este maravilloso juego, los invito al taller y a sentir la vida mientras estemos en esta tierra!

 

CONSTRUIR UNA PAREJA….MENUDO VIAJE 2(Reflexiones de una terapeuta gestáltica)

CONSTRUIR UNA PAREJA….MENUDO VIAJE 2(Reflexiones de una terapeuta gestáltica)

Siguiendo con nuestro viaje, llegamos a la segunda escala: el puerto de la frustración

LA ISLA DE LA DESILUSIÓN. En este segundo puerto de la relación de pareja, se produce la etapa en la que poco a poco vamos descubriendo a la persona real que está a nuestro lado y vemos que no es tan perfecta como pensábamos o que nosotros no estamos a su nivel, según los valores e imágenes rígidas que tenemos internalizadas.  La idealización y la desilusión caminan de la mano de la fantasía y normalmente nos llevan al sufrimiento.

Cuando se va disolviendo la idealización, el sueño romántico, las expectativas, poco a poco se va haciendo presente todo lo que habíamos proyectado NUESTRO en el otro y que en muchos momentos, poco tiene  que ver con la persona que tenemos en frente.

Allí descubrimos por ejemplo que, algunas cosas que antes nos atraían de nuestra pareja, como  un gesto, una palabra, una actitud, ahora nos molesta, o tal vez pensamos que sería mejor que fuera de otra manera e incluso nos llega a dejar de gustar ese aspecto.

Cómo hemos construido una relación basada en una imagen  es lógico que nos sintamos engañados y frustrados y que eso nos produzca una sensación desagradable e incómoda, dónde el amor que sentíamos empieza a ser cuestionado por nosotros mismos.(Les pregunto:¿es el amor real o es el amor a la imagen que construimos?) No obstante, es importante tener en cuenta, que en lo más profundo ese malestar no está en relación con el otro, si no con nosotros mismos y con los mensajes e ideas que nos hemos construido de la persona.

También puede ocurrir lo opuesto, y es que cuando vamos conociendo a nuestra pareja real nos surja la sensación de que en realidad no estamos a la altura de la persona que tenemos en frente. En esos momentos, nos invade una gran inseguridad y mucho miedo a ser rechazados, a la descalificación y al juicio del otro y comenzamos a tener un comportamiento de constante autoexamen y control, así como también hacemos un gran esfuerzo para gustar a la otra persona, que en muchas ocasiones resulta agobiante para los dos miembros de la pareja.

En esta etapa se juegan inconscientemente los roles de padre, niña o viceversa y se actúan los condicionamientos, emociones y heridas de nuestra etapa infantil o nuestro modelo de padre / madre que hemos vivido. 

Por todo esto, este momento es bastante difícil de atravesar y en ocasiones lleva al naufragio de la pareja.

Pero en realidad la crisis, puede ser una buena oportunidad para lograr transformarnos y crecer en compañía, construyendo un camino nuevo de encuentro y satisfacción.

Aunque las respuestas más comunes en estos momentos de la relación no tienen mucho que ver con la autorreflexión y la responsabilidad de ver que me está pasando a mí con esta relación  y con esta persona. Normalmente el camino que se transita es mirar hacia afuera buscando en el otro las causas de los malos entendidos, echarle la culpa e intentar cambiarlo para que se adapte a la idea que yo tengo  de él o ella porque “mi verdad es la que tiene más peso”, o bien cambiarnos a nosotros mismos para agradar al otro.

Cualquiera de las alternativas es equivocada, ya que se sustenta en que uno de los miembros de la pareja, o ambos, tienen que actuar y convertirse en alguien que realmente no son. Esta adaptación  forzada nos hace perder el norte de lo que en realidad somos y nos llena de sufrimiento, inseguridad y angustia, tanto a nivel individual como en la relación.

En la primera época del coqueteo, en el enamoramiento, dónde cómo el pavo real  mostramos lo mejor de nosotros mismos en el intento de encantar o cautivar al otro, incluso podemos falsear aspectos propios, que a priori no tienen relevancia, para parecer más “perfectos” de lo que en realidad somos.  Esos personajes, a medida que pasa el tiempo van dando paso a las personas reales que somos con nuestras dudas, inseguridades, miedos y carencias, cómo todos. Si reconocemos que la dinámica vital está en constante cambio, transformación y evolución, podemos soltar las máscaras y atrevernos poco a poco a ser nosotros mismos.

Lo que ocurre es que nuestra cultura está manejada por imágenes y valores rígidos que nos plantean un mundo dual de patrones fijos  que se mueven entre lo bueno y lo malo sin tener en cuenta que las personas y las parejas estamos en constante movimiento y crecimiento dinámico.

Curiosamente si no se gestiona la relación desde esta perspectiva del cambio, de la verdad profunda de cada uno y desde un corazón abierto y sin juicios descalificativos de mejor o peor desde un inicio, el resultado provoca más deterioro y tal vez pueda dar lugar a la ruptura de la relación y con ello el surgimiento de esa sensación de engaño y frustración (de las qué hablábamos al inicio).

La salida consiste en revisar nuestros patrones e imágenes fijas  que nos hacen tener una idea preconcebida de cómo debe ser una pareja, de cómo tiene que ser el otro para mí o cómo tengo que ser yo para gustar al otro, impidiéndonos ser nosotros mismos; aún con el miedo a arriesgarnos a mostrar nuestra hermosa humanidad imperfecta.

Realmente, lo que se juega en la etapa de la desilusión, son las imágenes que por nuestra historia personal se han ido fijando a nivel inconsciente con relación a la idea de cada uno, de cómo tiene que ser una pareja. En estos momentos de desencuentros se van disolviendo y desintegrando todos los tópicos, dejando al descubierto lo que de manera más real somos cada uno de los integrantes de la relación y cómo estamos condicionados por los modelos vistos, vividos e imaginados.

Ésta etapa es sin duda la más interesante para crecer si somos capaces de campear las tormentas de los “debería”, los “quien tiene razón”, “cuáles son los mejores valores si los tuyos o los míos”, etc. Porque ahora después de los relámpagos, las lluvias y los truenos de cada uno,  es muy probable que puedan tener la oportunidad de ver un arco iris al abrir el corazón a construir un camino medio dónde el diálogo, la comprensión y sobre todo el amor maduro puedan hacer crecer una hermosa propuesta de convivencia llena de aventuras, como lo es tener una pareja.

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